Esta podría ser la continuación del post de la semana pasada, con aquello de los niños torbellino y un poco rebeldes.

Hay quienes dicen que cuando son pequeños viven su primera adolescencia, una de esas cosas que no te crees hasta que lo vives. Niños de 5, 6 años que son rebeldes, rezongones, no aceptan un no por respuesta y se oponen a veces a las reglas.

Y llegan esas frases sorprendentes de un chiquillo de 6 años; “¿Si tú no te bañas en la noche, yo porque me tengo que bañar?”, “si no me dejas el iPad no me pongo la pijama”, “¿Por qué sólo las mamás pueden mandar?”, “¿Por qué los niños tenemos que hacer lo que nos dicen?, yo también tengo mis derechos” … PUM. Cada que me dice lo de los derechos provoca una reacción poco grata en mí. Porque es verdad que los tiene, pero como se lo explico también tiene obligaciones. Pero esa parte obviamente ya no le gusta.

En una charla de café me explicaba una pedagoga que algunos niños se cuestionan más que otros las cosas que tienen que hacer o las reglas y sólo queda ser consistente y no ceder, así el grito o el berrinche estén en su más alto nivel. Cuando sea el momento explicarles el porqué de las cosas e intentar a través del diálogo que comprendan que, en cualquier lado, así como en casa, hay normas a seguir, aunque a veces no nos encanten o tenga mucha flojera de meterse a bañar, y explicar por ejemplo porque es importante bañarse. Siempre poniéndonos a su nivel, tratando de comprender su frustración y validándola, pero sin que se salgan con la suya.

Cuesta muchísimo trabajo, porque se da una lucha con el niño que se resiste a hacer caso y la mamá que intenta por todos los medios que siga alguna indicación. Y no es que se trate de obedecer porque si, digamos que debemos de tener de nuestra parte a la razón, porque no queremos niños robots, ni soldados, o que hagan todo lo que le piden los adultos sin motivo, pero simplemente los papás llevan la voz cantante y lo que menos esperas es que se convierta en un pelito innecesario pedirle que se lave los dientes.

Esta semana escuché a un niño de la misma edad de mi cachorro lanzarle unos gritos a su mamá porque no le compró un dulce en la tienda. Su enojo lo llevo no sólo a gritar si no a lanzarle un manotazo, ella desesperada trató de tranquilizarlo, y nos decía que son los pleitos de casi todos los días. Lo que escribí al principio, de pronto los niños son rebeldes, con poca tolerancia al no y oponiéndose a lo que mamá dice. No es una situación única, y sabemos que estamos a tiempo de corregir y seguir siendo firmes cuando es necesario, en este camino, nos toca luchar con unos mini adolescentes (aunque no debemos etiquetarlos, pero sí parecen eso) o rebeldes sin causa, que como dicen los expertos, siguen lidiando con sus emociones y aprendiendo la manera de expresarlas. Así que, con toda la paciencia, que no es ilimitada, hay que acompañarlos en el proceso.