No es un cliché. Sigue siendo una realidad. El trabajo de mamá ni se ve como trabajo, ni se valora así. Es tan sencillo, como un día ordinario, o tan complicado como muchos días extraordinarios.

En algunos casos con el apoyo de papá, en pocos con paternidad compartida y en muchos muchísimos otros, prácticamente sola, porque papá trabaja y regresa muy tarde, está ausente o simplemente no se involucra porque no está en su sistema.

Los próximos párrafos son de un día común en la vida de algunas mamás. Con sus complicaciones y carreras, sin tocar el tema de imprevistos y luchas diarias con los chamacos, son días difíciles pero que se sobrellevan, hay otros, no lo dudo, mucho más caóticos y con más sacrificios. Muchas, la mayoría, comparten el sentimiento de que no se jala la carreta parejo, pero que sobretodo no hay un reconocimiento real a su rol como mamás.

-Dos hijas pequeñas que van a la escuela a una hora de camino. Hay que pararse a las 5 y media de la mañana, su papá me ayuda con el trajín matutino, pero hay que peinarlas y vestirlas a las dos, después pasamos una hora en el coche, ir a trabajar y al terminar las clases correr para llevarlas a gimnasia que está cerca de la escuela, y después más de una hora de regreso a casa en el coche, para seguir en la tarde con la terapia de una de ellas y después empezar la rutina de la tarde-noche.

-Como no tengo trabajo de oficina y soy mamá de tiempo completo me dedico exclusivamente a mis hijos. A veces me da la 1 de la tarde sin poderme bañar por estar con el bebé y ya tengo que ir por mi otro hijo al kínder, y cuando me puedo dar un regaderazo meto la carriola al baño porque si se despierta y no me ve se pone mal. Mis tardes entre comida, limpieza de casa, juguetes, mamilas, pañales, bañar hijos, doblar ropa y de pronto son las 11 de la noche.

-Levantarse antes de que amanezca, una noche anterior dejé hecho el desayuno, el lunch y el uniforme, la mochila en la puerta de la casa. Me voy al trabajo muy temprano y su papá se encarga de las mañanas, corretearlo para vestirse, desayunar y llevarlo al cole. Paso por él a la salida, a veces corremos para llegar a natación, y otras sin correr tanto nos vamos directo al tenis, los días que toca comemos allá. De regreso a casa por las tardes después de la hora del tráfico un poco de tiempo para el juego, tarea, el baño, la cena y finalmente acostarlo y empezar ora vez a preparar el día siguiente.

-Me despierto a las 6 o antes, yo soy el soldado de la mañana para que estén listos, los llevo a la escuela y a veces su papá los recoge. Cuando él no puede me salgo a la hora de la comida (a unos 40 minutos de la escuela), voy por ellos, si tenemos que esperar a que salga el hermano nos quedamos a hacer tiempo en el café que está cerca, medio como en casa o ya de regreso al trabajo en el coche, porque prefiero ver que tienen de tareas y guiarlos, los dejo con su abuela, que es mi vecina, en lo que llega su papá, regreso al trabajo y salgo como 9 o 10 de la noche.

-Ella entra a las 8, pero yo a las 7. Así que la despierto a las 6 de la mañana para que me dé tiempo de peinarla. Su papá la lleva a la escuela y la recoge, yo llegó a las 4 a casa y me hago cargo junto con él, a veces son salidas al parque, a una ludoteca, por un helado y a estar toda la tarde con ella para hacer lo propio. Tarea, baño y dormir.

Son sólo ejemplos de la vida común, de esa vida que a veces no es reconocida ni siquiera por el de al lado.