De todos los retos que enfrentamos en la maternidad uno de los más grandes es enfermarse. No es normal que mamá esté dada de baja y es difícil hacerle entender a los niños que esa persona que no para todos los días está disminuida.

Estamos tan acostumbradas a la intensidad de la vida diaria como mujeres, profesionistas, mamás y demás, que una falla en el sistema y sentimos que todo se viene abajo. Tranquilas, que no pasa nada si alguna vez no estamos disponibles para atender a los chiquillos.

Por segunda ocasión en un año tuve una cirugía programada, la ventaja es que pude advertirle y explicarle otra vez al cachorro todo el proceso y aunque sigue siendo un niño pequeño ya entiende perfectamente de qué va la cosa.

Como lo digo constantemente: todo es hablarles, explicarle a su nivel, y en este caso repetirle que a veces las mamás no nos sentimos bien y necesitamos el apoyo y la atención de la familia, porque, aunque parezca que sí, no somos superhéroes que todo lo podemos.

Nosotras, además de la recuperación, tenemos que luchar con el sentimiento de no poder ser mamá al cien, con la frustración, la desesperación, las ganas de querer hacer las cosas, pero no poder; entender y aceptar que, efectivamente, somos seres humanos y como a todos a veces nos puede tocar estar fuera de la jugada.

Los niños pequeños son quienes pueden sentirse un poco inestables si ven a su “coach” en la lona. El mío me recibió llegando del hospital con un: “¡Uff! que bueno que ya te puedo ver, estos dos días soñé contigo y que yo era Star Lord”. Ahí estaba otra vez… el miedo… Star Lord es un personaje de Guardianes de la Galaxia que cuando es niño su mamá muere en un hospital. Así empieza la película. De una forma distinta a la de hace un año, mi hijo expresó su emoción, sus temores y claro, me quiebra. Afortunadamente, de nuevo volví a él y salimos victoriosos de ese incómodo episodio de mamá en un quirófano.

Sobra decir que parte fundamental en este tipo de situaciones es contar con una red de apoyo para cubrirte los días que estás fuera de circulación. Insisto, si las mamás funcionamos a veces como una máquina casi perfecta es porque contamos con ayuda que resulta imprescindible en muchos, muchísimos momentos.

En mi caso, además de contar con el papá, las tías de mi hijo fueron toda la diferencia en el proceso de recuperación. El niño, caprichoso como es, se resistía a que las actividades y rutina vespertina corrieran a cargo de alguna de ellas, pero al final cedía y todo funcionaba. Son las increíbles ventajas de tener hermanas y mejores amigas que están al pie del cañón para fungir como directoras de orquesta cuando es necesario.

Aunque no es igual una gripa que una cirugía mayor, la situación es la misma cuando mamá se siente mal y aunque no contemplamos la posibilidad de no estar disponibles para atender a los hijos, a ellos les toca entender y aprender a ser empáticos porque a veces, sólo a veces, mamá no todo lo puede.