Sigo sin saber si acabamos más cansadas después de las vacaciones o cuando termina una semana de vida normal. A ver si algún día lo descubro.

Pero la verdad es que de este lado disfrutamos mucho las vacaciones. Mi chiquillo de ahora seis años y yo hicimos cosas que no hacemos comúnmente y disfrutamos tardes de actividades, paseos y juegos, y también nos tocaron unos merecidos días fuera de la ciudad.

En esos días fuera estuvimos puras mamás con sus hijos. No saben qué gozo y qué terapéutico. De todas nuestras pláticas y preocupaciones propias de la maternidad concluimos que es increíble ser mamá, aunque a veces sea una friega y parezca que no llegamos a final de semana. De este tipo de convivios y pláticas saca uno fuerzas para seguir y también te sientes orgullosa de ver que no lo haces tan mal. Tal vez fueron muchas hormonas maternales juntas y eso nos dio poder, jaja.

En la vacación rompemos la rutina, nos brincamos horarios, comemos porquerías, jugamos hasta cansarnos, nos desvelamos y se relajan las reglas en todos los sentidos (hasta el estricto horario del iPad). De eso se trata la vacación, de disfrutar los días libres al máximo. Claro que hablo de los períodos cortos de descanso, los de dos semanas; en verano es otra cosa, porque estar en el chacoteo sin fin más de un mes son palabras mayores.

Obviamente, el regreso a la normalidad puede ser una tortura, después de tantos días fuera de la rutina. Pero denles una semana a sus hijos para adaptarse. A veces sólo necesitan tres días. Y aunque apliquemos eso de tener un fin de semana de dormir temprano (antes de volver a la escuela) o un domingo relajado en el que a las 7:00 de la noche tenemos todo listo para el día siguiente, hay que ser pacientes con sus quejas y hasta sus minillantos, en el caso de los que no quieren volver a clases, entender que les cuesta trabajo regresar a la tan importante y necesaria rutina.

Porque es fundamental para los niños tener estructura y los horarios entre semana definidos. No sólo de escuela sino después de clases, los días que toca tal actividad, el baño, cena y dormir a la misma hora les da a los niños bases importantísimas. Así que hay ser pacientes en esta vuelta al mundo real y estar preparada para los berrinches, y algunos arranques, pero también para los fuertes abrazos antes de dormir que te hacen saber que te están extrañando después de estar pegados o medio pegados los últimos 15 días.

Al final, regresar al día a día no está tan mal.