Sabemos que debemos mantener a nuestros niños a salvo del sol, sin embargo, los mitos sobre el sol abundan. Pero si podemos obtener la protección solar adecuada para nuestros niños, haremos una gran diferencia: alrededor del 23% de la exposición de por vida ocurre a los 18 años, según la Skin Cancer Foundation.

“Desde la perspectiva del fotoenvejecimiento del daño solar, siempre podemos hacer un cambio”, dice la Dra. Elizabeth Hale, dermatóloga especializada en cáncer de piel, pero “realmente se puede prevenir [daño solar] durante la infancia”.

Hale señala que los niños, “aprenden más de modelar nuestro comportamiento como adultos”. Por lo tanto, si mamá y papá no protegen religiosamente su piel, volviéndose a aplicar protector solar, usando ropa con protección solar, anteojos de sol y evitando el sol en las horas pico, sus hijos no absorberán el mensaje.

“Realmente lo veo en mis hijos. Saben que me pongo protector solar todos los días, incluso cuando llueve y nieva, ahora lo saben, mamá lo usa todos los días”, explica Hale.

Hale explica, las mujeres tienden a tener cánceres de piel detectados más temprano gracias a los controles cutáneos de rutina. Por lo tanto, Hale pide “enseñar a niñas y niños pequeños que no se trata de su género”. Si les enseñamos acerca de la protección solar joven, cuando están jugando, por ejemplo, podemos engrandecer ese comportamiento.

Los intentos de cambiar los comportamientos del sol tienen que extenderse a las escuelas y guarderías si se quiere detener el aumento del cáncer de piel (el cáncer de piel no melanoma aumentó en un 77% en el mundo, entre 1994 y 2014, según la Skin Cancer Foundation).

Mary Ellen Maguire-Eisen, fundadora de Children’s Melanoma Prevention Foundation, dice que “tanto los maestros como la mayoría de los adultos no se dan cuenta de que el cáncer de piel es el cáncer más común en muchos países” y pueden necesitar educación. Una hoja informativa sobre la prevención del cáncer de piel en las escuelas de los CDC recomienda que los maestros “enfaticen la importancia de abrazar el color natural de su piel” en lugar de broncearse.

Maguire-Eisen también señala que, si bien muchos padres y maestros asocian un agosto caluroso con el mayor riesgo de daño solar, “la intensidad de los rayos UV alcanza su máximo durante el solsticio de verano”. Eso significa que el “riesgo de quemaduras solares es más alto en promedio en mayo que en agosto”. Ella aboga por obtener una aplicación que te indique el índice UV y también puedes poner alertas para volver a aplicar el protector solar.

Pero mantener a tus hijos fuera del sol es la forma más efectiva de reducir su exposición. Maguire-Eisen observa que las ventanas laterales permiten que la luz UVA pase, y dice que “los padres también deben pensar en la luz reflejada porque los bebés que están bajo las sombrillas a veces se exponen demasiado al sol”.