Un nuevo estudio publicado en The Journal Of Pediatrics el pasado lunes, encontró que los niños, desde la infancia hasta los 18 años, que han sido hospitalizados debido a una lesión involuntaria -considerar accidentes de automóvil o quemaduras- son significativamente más propensos a tener problemas con la enfermedad mental, según US News & World Report.

En particular, los investigadores del Hospital Nacional de Niños en Columbus, Ohio, analizaron los datos de junio de 2005 a mayo de 2015 de niños y descubrieron que los jóvenes que han pasado tiempo en el hospital debido a una lesión grave tuvieron, en promedio, un aumento del 63% en los diagnósticos de salud mental. Los investigadores también descubrieron un aumento del 155% en los medicamentos recetados a niños lesionados para tratar una enfermedad mental.

El riesgo de enfermedad mental, sin embargo, no fue el mismo en todos los ámbitos. Los investigadores encontraron que los niños menores de 4 años que sufrieron quemaduras, así como los jóvenes de todas las edades con lesiones en la cabeza, tenían el mayor riesgo de ser diagnosticados con una enfermedad mental después de una lesión, según MedicalXpress. El repunte en las tasas fue más significativo entre las condiciones relacionadas con el estrés, como los trastornos de la alimentación, del sueño, de adaptación y de conducta disruptiva.

La autora principal del estudio, la Dra. Julie Leonard, directora asociada del Centro de Investigación de Trauma Pediátrico de Nationwide Children’s, dijo a News & World Report que hay una falta de métodos de prueba confiables cuando se trata de evaluar a los niños por problemas de salud mental. “Así que dependemos de lo que los padres nos dicen sobre su comportamiento”.

“Los padres son el mejor indicador del comportamiento de sus hijos. Si hay cambios en la forma de actuar de su hijo, cualquier cosa sospechosa como cambios en el estado de ánimo, alejamiento de amigos o actividades que normalmente disfrutan, malas calificaciones o tareas perdidas, los padres deben consultar con el pediatra o proveedor de salud mental de su hijo”.

Aunque los padres pueden ser el mejor juez de las acciones y estados de ánimo de sus hijos, los médicos deben ser conscientes de la salud mental de sus pequeños pacientes, Leonard agregó:

“Todos los proveedores de atención médica deben conocer las necesidades crecientes de salud mental en los niños que han sufrido una lesión traumática. Es posible que las familias no siempre realicen un seguimiento con los médicos que trataron al niño inicialmente. Pueden ir a su pediatra habitual o a su médico de familia. Si un doctor sabe que un niño ha sufrido una lesión traumática, debe evaluar al paciente para detectar necesidades de salud mental”.

Pero no solo los médicos deben permanecer atentos a estos resultados. Los investigadores de Nationwide Children’s Hospital también presionan a los padres para que estén al tanto del comportamiento y las acciones de sus hijos, y para contactar a su médico con cualquier inquietud.

Leonard explica: “Alentamos a todos los proveedores de atención médica y a los padres a buscar síntomas de salud mental después de que sus hijos sean hospitalizados y remitir a las familias a servicios de salud mental cuando sea necesario”.

Al ser conscientes y proactivos, los padres pueden aumentar las posibilidades de que su hijos reciban el tratamiento necesario, después de ser hospitalizados. Y eso significa compensar o minimizar cualquier efecto negativo de la hospitalización que haya ocurrido sin culpa propia.