Gracias a muchos avances científicos en tecnología reproductiva, existen múltiples opciones de tratamiento cuando se trata de lograr objetivos de planificación familiar. Y a medida que estas opciones se vuelven cada vez más populares, es comprensible que te preguntes: “¿En qué se diferencia un embarazo con FIV del embarazo resultante de relaciones sexuales sin protección?”

En el campo de la Tecnología de Reproducción Asistida (TAR), que según el sitio web del American College of Gynecology, incluye todos los métodos de fertilidad que manejan el esperma y el óvulo fuera del cuerpo, uno de estos métodos es la Fertilización In Vitro (FIV) . La experiencia de quedar embarazada y estar embarazada es, por supuesto, completamente subjetiva; ya sea que consigas un embarazo a través de esta manera u otra forma de TAR o mediante relaciones sexuales sin protección. ¿Pero hay cosas que las mujeres que usan la FIV experimentan que son diferentes de las mujeres que quedan embarazadas “de forma normal”?

Un embarazo FIV es diferente de los embarazos resultantes de relaciones sexuales sin protección de varias maneras. Principalmente, en el método en que se logra, el peso emocional que conlleva y algunos de los riesgos que están involucrados en el embarazo resultante. Primero, hablemos sobre qué es exactamente la FIV. La Clínica Mayo define la Fertilización In Vitro como “una compleja serie de procedimientos utilizados para tratar la fertilidad o los problemas genéticos y ayudar con la concepción de un niño”.

Según The American Pregnancy Association (APA), la FIV se puede utilizar para tratar a pacientes con trompas de Falopio bloqueadas o dañadas, mujeres con trastornos de la ovulación, mujeres a las que se les han extirpado las trompas de Falopio, personas con trastornos genéticos y hombres con problemas de fertilidad . A veces, como lo indica el sitio web de la Clínica Mayo, la FIV se ofrece como tratamiento primario para la infertilidad en mujeres mayores de 40 años.

La FIV es el procedimiento más comúnmente utilizado de todos los tratamientos de fertilidad asistida disponibles, y según Baby Center, representa más del 99% de los procedimientos de TAR en Estados Unidos. Otros procedimientos de TAR populares incluyen inyección intracitoplásmica de esperma, óvulo o embrión de donante y subrogación. El factor más importante que afecta la tasa de éxito (definida por la entrega de un niño sano) del tratamiento de FIV es la edad. Los datos más recientes de la Society for Assisted Reproductive Technology muestran una tasa de éxito del 41.2% en mujeres menores de 35 años y una tasa de éxito del 33.1% en mujeres de 35 a 37 años. Las tasas de éxito disminuyen a medida que aumenta la edad.

La Clínica Mayo describe que la FIV ocurrió cuando un óvulo maduro se extrae de los ovarios de una mujer y se fertiliza con esperma en un entorno de laboratorio. Cuando el óvulo es fertilizado se llama embrión y ese embrión es luego implantado en el útero de la mujer. Los tratamientos de FIV se describen como “ciclos”, y un ciclo típico es, según el sitio web de Baby Center, generalmente dos semanas. Después de dos semanas, un médico determina si el embrión se implantó en la pared uterina (lo que significaría un embarazo exitoso y una razón para celebrar).

Según la APA, parte del proceso de FIV para algunas mujeres implica tratar de producir óvulos en primer lugar, generalmente con la ayuda de medicamentos para la fertilidad. Esta parte por sí sola puede ser agotadora e inútil, incluso antes de llegar al punto de tener un óvulo maduro en el ovario para utilizarlo en el proceso de inseminación.

En el lado emocional de las cosas, las mujeres que buscan un embarazo de esta forma, a menudo sienten que hay un estigma percibido asociado con el hecho de que deben ir por dicha ruta en primer lugar. Cuando observamos algunos de los números, la cantidad de personas que han sido concebidas mediante FIV, según Forbes, es bastante significativa, ya que a partir de 2014, una de cada 348 personas en los Estados Unidos, había nacido así. Por lo tanto, mientras más personas buscan tratamientos de fertilidad como FIV, las personas aún dudan en ser sinceras al respecto.

La investigación muestra que la FIV puede causar ansiedad en pacientes que se someten al proceso. Un estudio de 2013 publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina (NLM) del Instituto Nacional de Salud (NIH) examinó los muchos factores de estrés asociados con el proceso de FIV, incluida la amenaza de la infertilidad, las inyecciones diarias, la extracción de sangre, la recuperación de óvulos, la posible falla del proceso en cualquier punto del camino, y la posibilidad de aborto espontáneo.

Hay un número de factores de riesgo asociados con un embarazo de FIV que son diferentes de los que resultan de embarazos de relaciones sexuales sin protección. Como señala APA, la posibilidad de tener múltiples (más de un embrión) aumenta con el uso del tratamiento de fertilidad. Según la Clínica Mayo, la FIV también aumenta el riesgo de embarazo ectópico, con 2-5% de las mujeres que se someten a fertilización in vitro con embarazos ectópicos. También existe un riesgo leve asociado con FIV y bajo peso al nacer o parto prematuro (porque los embarazos que implican múltiples tienden a tener fechas de parto más tempranas).

Por último, esta el costo. La mayoría de las compañías de seguros no cubren la fertilización in vitro, y el costo de un solo ciclo, según la APA, puede oscilar entre al menos $200 mil y 400 mil pesos.

En otras palabras, mientras que los embarazos con FIV y los logrados mediante relaciones sexuales, difieren mucho en el método de concepción, los embarazos no son tan diferentes en sus riesgos. Hay más factores estresantes asociados a un embarazo con FIV, pero hasta ahora, la investigación no ha demostrado un efecto adverso significativo de esos niveles de estrés en los resultados reales del embarazo.