Es un recuerdo de la infancia que muchas personas pueden tener: Cuando mamá no estaba en casa para la cena, papá se encargaba… y ordenaba pizza. O te llevaba por unas hamburguesas del carrito o a una taquería. Cualquier opción con la que mamá no estaba de acuerdo.

Ahora, un nuevo y pequeño estudio muestra que los papás realmente hacen elecciones menos saludables al alimentar a la familia y esto puede tener un efecto negativo en las madres.

Priya Fielding-Singh, una estudiante de doctorado en sociología de la Universidad de Stanford en California, dijo que no estaba sorprendida de que los padres en el estudio hicieran menos trabajo doméstico, incluyendo hacer la comida y cuidar de los niños. De hecho ya se había demostrado que esta división desigual de trabajo es común. Pero lo que fue sorprendente en el nuevo estudio fue que la falta de participación de los padres en la alimentación de la familia puede realmente tener un impacto en las madres.

Fielding-Singh explicó que “muchos padres invierten menos en algunas de las prioridades de las comidas saludables en comparación con las madres”, eso puede llevar a más trabajo y más estrés para sus parejas y los adolescentes se dan cuenta de estas dinámicas familiares.

En el estudio, publicado en junio en la revista Appetite, Fielding-Singh entrevistó a 42 madres, 14 padres y 53 adolescentes de más de 40 familias en el área de San Francisco y preguntó acerca de las responsabilidades familiares cuando se trataba de comidas. Todas las familias eran de clase media o de clase media alta.

Fielding-Singh encontró que en 41 de las 44 familias incluidas en el estudio, los miembros de la familia estaban de acuerdo en que los hábitos alimenticios de papá eran menos saludables que los de mamá. No era sólo que las madres se consideraban más sanas que sus maridos, señaló Fielding-Singh: Los padres estaban de acuerdo.

Aunque algunas de las madres en el estudio dijeron que estaban felices de hacer la mayor parte del trabajo requerido para alimentar a la familia, otras manifestaron que querían que los papás hicieran más, como compras y cocinar.

Pero también aceptaban que si dejaban que los papás hicieran estas tareas, la comida terminaría siendo menos saludable. Por lo tanto, al permitir que sus esposos realizaran labores del hogar, hacía que las madres se sintieran culpables, por lo que continuaron haciendo la mayoría de las tareas en lugar de delegarlas a los papás.

“Alimentar a las familias es muy importante para la maternidad. Hacemos responsables a las madres de los alimentos que comemos. Y las mamás a menudo se juzgan a sí mismas y a otras madres, por lo bien que alimentan a sus familias”, señaló la investigadora”.

Los papás, por otro lado, no suelen ser vistos como responsables de alimentar a la familia, dijo Fielding-Singh. Sino que suelen ser juzgados por lo bien que apoyan económicamente y más recientemente, por lo involucrados que están en la vida de sus niños. ¿Pero hacer que los niños coman saludablemente? Eso no parecía ser importante para ser un buen padre.

“No es que los esposos estuvieran tratando de ser injustos con sus parejas al no asumir las responsabilidades de loz alimentos. Los papás no estaban tratando de arruinar las dietas de sus hijos o de hacer las vidas de las mamás más difíciles. Simplemente no vieron como responsabilidad, el asegurarse de que los niños comían sano (lo vieron como la responsabilidad de mamá). Y las madres, también lo vieron como una responsabilidad de ellas”, concluyó Fielding-Singh.