Hola, me llamo Claudia Esponda Hernández tengo 26 años, soy del Estado de Chiapas y mamá de 2 hermosos niños (una niña de 4 años y un niño de 7 meses), quiero contarles un poco la historia de mi vida cómo mamá.

El  día que mi hija llegó a nuestras vidas, tuvimos sentimientos encontrados, ya que era nuestro primer bebé, pero había nacido a las 33 semanas de gestación, por lo que tuvo que estar en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN), los doctores nos informaron que tenía agua en sus pulmones. Durante 8 días estuvo en la unidad especial del hospital y gracias a Dios ella evolucionó muy bien.

Cuando por fin la tuve entre mis brazos, nos informaron que nuestra bebé tendría un retraso, pero confiamos en que no sería el caso, además aseguraron que era necesario llevarla al Teletón, pero no fue así; ella creció siendo una niña normal. Claro, ha sido muy enfermiza, durante un año se enfermó cada mes, pero el pediatra nos decía que era por los estragos de cuando estuvo en UCIN; hoy es una niña con miles de sueños, tiene una rutina normal, va al Kínder, hace travesuras pero lo más importante es que es muy feliz.

Después de 4 años decidimos tener otro bebé, pero fue un proceso difícil ya que no podíamos. Un día cualquiera, me enteró que estaba embarazada, a diferencia del primer embarazo esté transcurrió sin complicaciones.

Mi segundo bebé, nació a las 36 semanas y aparentemente todo había salido bien, sin embargo, su pediatra descubrió que nuestro bebé tenía un “quejido”, aunque dijo que podía ser algo normal, decidió enviarlo a un hospital que contará con los aparatos adecuados para someterlo a algunos estudios.

El traslado fue uno de los más angustiantes de todos, ya que cuando nuestro bebé llegó al nuevo hospital estaba morado. Como madre no podía ocultar el dolor de saber que mi hijo estaba así y que no podía hacer nada al respecto. Mi esposo me informó que nuestro pequeño estaba muy grave, los médicos le habían dicho que tenía un neumotórax espontáneo.

Sus doctores, le pusieron sello pleural, pero hubo muchas complicaciones en el proceso de su recuperación. Cuando me dieron de alta, corrí a verlo y en el hospital me informaron que si mi hijo no reaccionaba al tratamiento en determinada fecha, probablemente él moriría, ya que su estado era crítico y nos daban pocas esperanzas.

El pasó de los días, hizo que por momentos perdiera mi fe, tenía un gran dolor en el pecho. No podía hacer nada para sanar a mi bebé y tenía que estar con mi niña que estaba en casa y con mi hijo que permanecía en el hospital. Como mamá esperas partirte en dos para estar con ambos, para cuidarlos, protegerlos y amarlos.

Mi hijo tuvo algunas infecciones durante su recuperación, una de ellas: neumonía, aunque se recuperó con éxito, luego de unos días me informaron que tenía tumores en sus pulmones que eran necesarios nuevos estudios, pero desgraciadamente no los hacían en ese hospital.

Trasladamos todos sus papeles a un hospital privado, donde tendríamos que seguir un protocolo luego de sus estudios; yo estaba devastada, afortunadamente mi esposo nunca soltó mi mano y siempre tenía fe en que todo saldría bien, amigos y familia estuvieron apoyándonos durante este difícil momento.

Al ver los resultados de mi hijo, el neumólogo nos informó que los pulmones del bebé estaban limpios, no había tumores ni algo que nos preocupara como padres.

Hoy nuestro hijo tiene 7 meses, ha tenido recaídas pero con un tratamiento adecuado el doctor nos ha guiado, no es igual a un niño de su edad, pero ha avanzado mucho y hasta ahora es un niño feliz.

Esta es una pequeña parte de nuestra lucha como papás, sé que muchas mamás quizá puedan estar pasando por algo parecido, pero quiero decirles que no están solas. Cada que puedo platicó mi experiencia como mamá, ya que no ha sido una tarea fácil, pero Dios es el único que puede hacer que los milagros sucedan y que por más devastada que estés, él te ayudará a entender tus miles de preguntas.

En algún momento, mientras sucedía todo esto, me pregunté: “¿Por qué yo? ¿Qué hice mal?”, pero entendí que todo lo que hace tiene un gran propósito, todos los días le agradezco que mis hijos estén junto a mí, ha sido muy difícil pero unidos hemos superado esto.

Espero que mi pequeña historia les guste y que los llene de esperanza, porque definitivamente estamos en esto juntos y todos los padres del mundo deseamos hijos sanos, no sólo fisicamente sino emocionalmente.


Claudia Esponda Hernández

 

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