La depresión en el embarazo, conocida como depresión anteparto, es muy común. La investigación ha demostrado que ésta puede afectar hasta el 10% de madres expectantes, según la Organización Mundial de la Salud, y una nueva investigación ha encontrado que dicha depresión puede afectar la biología del bebé.

A pesar de una mayor conciencia sobre la salud mental materna, la depresión anteparto todavía no se toma tan en serio como debería. Como notaron los autores de un estudio en Current Psychiatry Reports en 2010, “se presta poca atención al principal efecto adverso de la depresión durante el embarazo, la del sufrimiento materno”. Quizás los últimos hallazgos apoyen en cómo aliviar los síntomas depresivos maternos, para ayudar tanto a las madres como a sus hijos.

El nuevo estudio publicado recientemente en la revista Psychoneuroendocrinology descubrió que la depresión anteparto puede tener un impacto fisiológico significativo en un bebé, como informa New Atlas. Investigadores del King’s College London en el Reino Unido monitorearon a más de 100 mujeres embarazadas y descubrieron que aquellas participantes clínicamente diagnosticadas con trastorno depresivo mayor -alrededor de la mitad-, exhibieron una mayor inflamación y niveles más altos de la hormona del estrés cortisol en la saliva.

Los investigadores dieron a los recién nacidos una evaluación conductual estándar después del nacimiento, y encontraron que los bebés cuyas madres tenían depresión anteparto tuvieron una peor, según el estudio.

También realizaron pruebas de seguimiento durante un período de 12 meses, y encontraron que los bebés expuestos a niveles elevados de inflamación durante el embarazo tenían una mayor respuesta de cortisol al estrés de la vacunación.

La autora principal del estudio, Carmine Pariante, dijo a New Atlas que los hallazgos eran específicos de la depresión durante el embarazo, en lugar del posparto:

“Curiosamente, los cambios conductuales y biológicos en el bebé no se deben a la depresión postnatal de las madres, sino únicamente a la depresión en el embarazo, lo que destaca la importancia del entorno intrauterino”.

La investigación ha demostrado que el estrés en el útero puede afectar el crecimiento del cerebro de un bebé, así como ponerlos en mayor riesgo de enfermedad coronaria o diabetes más adelante en la vida, según el Journal of Child Psychology and Psychiatry. Los estudios también han encontrado que la exposición prenatal al estrés también puede provocar asma, ansiedad, TDAH y un menor desarrollo cognitivo, como informó The Conversation.

En conjunto, estos estudios ilustran la necesidad de centrarse en la salud mental durante el embarazo, en lugar de esperar hasta el nacimiento. Y aunque el estudio Psychoneuroendocrinology no da recomendaciones específicas para la práctica clínica, los hallazgos refuerzan el punto.

Las consecuencias negativas de no tratar la depresión durante el embarazo no solo afectan la constitución biológica del bebé. Los estudios han demostrado que las madres que tienen depresión pero que no han recibido un diagnóstico y tratamiento adecuados tienen menos probabilidades de vincularse con sus bebés, como encontró un informe de Scientific American.

Por otro lado, la investigación ha encontrado que los bebés de madres que reciben tratamiento para la depresión, como tomar antidepresivos o medicamentos contra la ansiedad, tienen un desarrollo mejor, así que no temas tratarte si sientes que padeces esta depresión en el embarazo.