La necesidad de estar encima de cada movimiento de nuestros hijos es ciertamente comprensible, especialmente cuando son muy pequeños o han ingresado recientemente en la fase de teléfonos inteligentes. Pero este deseo obsesivo de mantenerlos a salvo podría terminar lastimándolos a  largo plazo, por eso es importante saber qué consecuencias pero también beneficios, conlleva ser una madre sobreprotectora.

La doctora Marcia Sirota, psiquiatra y autora especializada en relaciones y trauma infantil explica esto: “Las ventajas de estar muy involucrada o ser sobreprotectora son pocas y las desventajas son muchas. No sólo para los hijos, sino que los padres se vuelven más ansiosos y agotados porque están constantemente al tanto de lo que hacen sus hijos y están listos para intervenir en cualquier momento; niños a quienes nunca se les permite experimentar la independencia; Nunca se les permite desarrollar confianza en sí mismos ni orgullo en su habilidad para resolver problemas”.

Ninguna de nosotras o nuestras parejas tiene la intención de hacer que nuestros hijos sean ineficaces en la vida, pero eso es exactamente lo que le está sucediendo a demasiados jóvenes en la actualidad. “Estos niños se vuelven excesivamente dependientes de sus padres por cada pequeña cosa y luego, como adultos jóvenes, son completamente incapaces de enfrentar los más pequeños desafíos”, explica la Dra. Sirota.

Como madres, sentimos que es nuestro trabajo asegurarnos de que nuestros hijos crezcan felices y exitosos, por lo que no queremos permitirles fallar o lastimarse y es cuando nos convertimos en la mamá sobreprotectora. Pero la incómoda verdad es que los niños necesitan experimentar dificultades para ser felices y exitosos.

“Los niños aprenden a ser autosuficientes, y a recuperarse del fracaso, cuando se les permite recibir autonomía de manera gradual a lo largo de su desarrollo”, explica la terapeuta matrimonial y familiar Meredith Shirey.

Es increíblemente doloroso ver a nuestros hijos sufrir, por lo que es natural para nosotros querer protegerlos. Pero, como explica Shirey, “es posible que involuntariamente les causemos dolor en el futuro al no permitirles aprender que el fracaso es una parte normal de la vida y, lo que es más importante, que tienen la capacidad de recuperarse”.

El mundo en general, parece un completo caos. Es por eso que muchos de nosotros intervenimos cuando nuestros hijos obtienen una mala calificación o son regañados por los maestros; es probable que todos los demás padres hagan lo mismo, entonces, ¿de qué otra manera se supone que nuestros hijos se protejan solos?

Shirey dice que parte de la respuesta está en que dar a los niños el espacio que necesitan y las herramientas para establecer sus propios límites, ya que esto los prepara para una vida de buenos hábitos. Un ejemplo: “Si un padre monitorea constantemente la tarea de un niño o estudia sus hábitos, es posible que el niño no tenga la motivación propia para completar tareas sin la atenta mirada de sus padres”, dice ella.

Aunque también hay inconvenientes en darles a nuestros hijos demasiado espacio. “La ausencia de orden en el hogar puede dificultar que los niños se adapten cuando se espera que funcionen dentro de los límites de la sociedad”, dice Shirey, lo que puede hacer que sea menos probable que tengan éxito en la escuela y en el trabajo:

“Incluso como adultos, tendemos a resistirnos a situaciones en las que nos sentimos controlados. Pero para los niños que no tienen estructura en el hogar, cualquier tipo de expectativa limitante se percibe como una amenaza a su autonomía, lo que da como resultado un comportamiento difícil u oponente. Con el tiempo, esto puede convertirse en un problema”.