Si te pasa que tus hijos de 3 a 5 años siempre preguntan las mismas cosas por más que ya les hayas explicado o dado una solución; no sólo no estás sola, sino que es algo muy normal en los pequeños y de hecho es muy bueno para ellos… aunque a nosotras nos canse.

El Dr. Jarret Patton, conocido como “el gigante apacible” en los círculos pediátricos donde ofrece consultas, dice que los niños son naturalmente inquisitivos y su curiosidad no debe desalentarse. “Como parte de su proceso de desarrollo, tienden a repetir las preguntas”. Debes recordar que los niños están trabajando en su desarrollo del habla, desarrollo físico e intelectual todo el tiempo.

Así, mientras que a ti te parece que tu hijo no puso atención a la respuesta la primera vez, la verdad puede ser que están trabajando en otras áreas de desarrollo, como el habla, con tal de lograr la obtención de información. Cuando diferentes áreas del cerebro están procesando nuevas ganancias simultáneamente, tiene sentido que el niño necesite un poco más de tiempo para lograr esto.

Según Patton, la solución para agilizar el proceso es involucrarte lo más que puedas con la pregunta de tu hijo: “Los niños pequeños pueden preguntar “¿Qué es eso?” una y otra vez. La repetición de la respuesta les ayuda a obtener el conocimiento que buscan. Si contestas “delantal”, lo más probable es que te pregunten de nuevo qué es. Pero si respondes de una manera más descriptiva como “Es un delantal, se usa para ayudar a mantener mi ropa limpia cuando cocino. ¿Puedes decir delantal?” El proceso de desarrollo golpea tanto el componente intelectual como el componente del habla que ayuda a retener sus nuevos conocimientos”.

El enfoque de Patton podría requerir un poco más de tu energía cerebral en corto plazo, pero te da un recordatorio para detenerte y tomar un momento para escuchar y responder a tu hijo en lugar de apresurarte a través de la conversación mientras buscas hacer otras tareas al mismo tiempo. Esta conexión es la que los padres más queremos pero a menudo es el área que más nos cuesta. Tomar el tiempo para usar las preguntas como oportunidad para comprometernos con nuestros hijos, puede servir en nuestra relación con ellos.

Y además, dice Patton, esta etapa donde preguntan lo mismo no es para siempre. “A medida que los niños envejecen, repetirán menos las preguntas. Para cuando están en el primer grado, no deben repetir con frecuencia las mismas preguntas una y otra vez, y si lo hacen, tal vez sería buena una visita con el médico o platicar con los maestros de su hijo”.