Pelear con tu pareja muchas veces es inevitable, no significa que ya no haya amor, sino que a veces hay desacuerdos que no logran resolverse de la mejor forma y terminan en discusiones fuertes. Pero, ¿sabías que cuando tus hijos ven que le gritas a tu esposo o esposa, aprenden que esto está bien? Aunque no lo parezca, así es y por eso te damos 5 razones para que evites los gritos cuando llegas a tener problemas con tu pareja.

Ellos creen que no respetas a tu pareja

Lo más seguro es que sí lo hagas, pero ¿cómo saben eso tus hijos si te ven gritándole? Ellos aprenden por lo que ven en nuestras acciones y tus acciones les enseñan que tu pareja no merece respeto cuando estás molesto.

Está bien ser agresivo para validar lo que tú crees correcto

Los gritos son a fin de cuentas, agresiones. Así que si tus hijos son testigos de cómo le gritas a tu pareja, pensarán que está bien no sólo gritar, sino realizar acciones peores como empujar, jalar o golpear. No olvides que de una agresión que consideramos “pequeña” se derivan otras más graves.

Esta es la mejor manera de resolver problemas

Aunque no les grites a tu pareja sólo porque sí, de alguna manera estás arraigando en tus hijos que, en lugar de hablar con calma las cosas, es mejor ir directamente a gritar. Gritar resuelve problemas (no lo hace). Gritar hace que mamá o papá se sientan mejor (no lo hace). Gritar es la manera de detener el problema (nunca lo hace).

La única voz que importa es la tuya

Cuando levantas tu voz con tu pareja, básicamente estás enseñando a tus hijos que la voz de su padre o madre ya no es válida; sólo la de la persona que grita lo es. No sólo esto forma y fractura sus futuras relaciones con los demás, sino que puede hacer lo mismo con la forma en que tus hijos te ven y lo que sienten por ti.

La persona más escandalosa es la que siempre gana

Cuando gritas, siempre hay alguien en la discusión que prefiere mantener la calma o “darse por vencido” para que la pelea no llegue a mayores. Mientras que tú sigas gritando, tus hijos verán a la parte “pasiva” como un perdedor y a ti como el ganador de una pelea. Este modelo termina por generar problemas en ellos que después puede acarrear graves manifestaciones violentas.