Si un especialista ya te dijo que tu hijo pertenece a ese grupo de pequeños que son inteligentes y con un alto coeficiente intelectual (CI), entonces los beneficios no sólo se verán reflejados en la escuela, sino también en su salud.

Investigadores de la Universidad de Edimburgo, Oxford y la Universidad de Londres, siguieron a más de 65 mil personas que participaron en una encuesta de salud mental. La edad de los participantes al momento del estudio fue de 11 años de edad.

Lo que descubrieron, fue que al contactar a los participantes, la mayoría ahora de 79 años, quienes tuvieron un alto coeficiente intelectual redujeron el riesgo de morir por enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, cáncer y enfermedades respiratorias. También había un menor riesgo de morir por lesiones, enfermedades digestivas y demencia.

“Estoy siendo optimista sobre estos resultados”, dijo el profesor Ian Deary, de la Universidad de Edimburgo, quien dirigió la investigación. “Espero que eso signifique que si podemos averiguar qué hacen las personas inteligentes y copiarlas, entonces tenemos la oportunidad de una vida ligeramente más larga y saludable”.

“Todavía no sabemos por qué la inteligencia de la infancia y la longevidad están relacionadas, y estamos manteniendo una mente abierta. Pero podría tener que ver con los estilos de vida (por ejemplo, el no fumar), la educación, la alfabetización en salud, menos privaciones y la genética”.

El menor riesgo de muerte se mantuvo cuando se tomaron en cuenta los factores que podrían haber influido en los resultados, como la edad, el sexo y la situación socioeconómica.

Personas en el estudio con un coeficiente intelectual de 115 tuvieron un 28% más de probabilidades de evitar la muerte por enfermedad respiratoria a los 76 años que una persona con un coeficiente intelectual de 100 (el promedio para la población general). 15 puntos de CI más también redujeron las posibilidades de morir de cáncer de vejiga en un 19%, el cáncer de pulmón en un 25% y de cáncer de intestino en un 11%.

Los investigadores dijeron que las personas con mayor CI son más propensos a cuidar su salud, menos propensos a fumar, tienden a hacer más ejercicio, usar su cinturón de seguridad y buscar atención médica cuando están enfermos.