Si alguna vez te ha pasado que tu hijo parece levantarse de una pesadilla en la noche, pero en cuanto llegas al cuarto sigue dormido y al otro día no recuerda nada, se trata de terrores nocturnos.

Un terror nocturno es un tipo de trastorno del sueño llamado “parasomnia”. Son episodios que parecen pesadillas pero no lo son, son más comúnmente experimentados por niños entre las edades de 4 y 12, pero puede ocurrir a edades más tempranas.

SIGNOS Y SÍNTOMAS

Los terrores nocturnos (también llamados terrores del sueño) ocurren de una a dos horas después de que un niño se duerme (antes de que entre en el sueño REM, que es el más profundo). Algunos niños lloran y se mueven en su cama durante un terror nocturno; Otros se levantan y caminan alrededor. “Te miran como si estuvieran despiertos, pero no lo están”, esto de acuerdo a la psicóloga Rachel Busman, del Child Mind Institute en la ciudad de Nueva York. Un niño también puede dormir o no dormir durante un terror nocturno.

Las pesadillas, por otro lado, ocurren durante el sueño REM. El niño realmente despierta y puede gritar: “¡Mamá! ¡Tuve una pesadilla!”. También puede tener problemas para volver a dormir después, debido al contenido aterrador del sueño. Y lo recordará al día siguiente.2

Muchos niños tienen uno o algunos terrores nocturnos y luego nunca tienen uno de nuevo. Otros niños tienen varios durante la infancia. Por lo general, son superados antes de la adolescencia.

CAUSAS

Los terrores nocturnos son más comunes en los niños que en las niñas y tienden a correr en familias. La causa es desconocida, pero pueden ser provocados por estrés, privación del sueño, fatiga y a veces por fiebre.

TRATAMIENTO

“Normalmente no hay nada peligroso en tener un terror nocturno, a menos que el niño se lastime mientras camina”, dice el Dr. Busman. Así que lo mejor que pueden hacer los padres cuando ocurren, es asegurarse de que el niño está a salvo: Quiten los objetos del piso con que se pueda tropezar, cierren la puerta de su dormitorio para que no pueda salir y bajar las escaleras y bloqueen ventanas para que no se puedan abrir.

También hay que evitar sacudir al niño. Por lo general, no funciona y aunque se despierta, podría tardar más tiempo para establecerse y volver a dormir. “En lugar de eso, hablen suavemente y con calma, así lo llevan de vuelta a la cama”.

Los terrores nocturnos por lo general no son motivo de preocupación, enfatiza Busman, pero si son frecuentes y continúan causando trastornos en la vida diaria familiar, sí es recomendable hablar con el pediatra.