Usé pañales desechables. Quise ser mamá de pañal de tela, hasta compré mi paquete y todo. No superé ni el primer día. Descuiden, busco borrar mi huella ecológica de otras formas. Y hablando del tema, me obsesioné con las toallitas húmedas y tenía una para cada ocasión. Limpiar juguetes, limpiar el chupón, limpiar al niño, para manos y boca, para sacarle los mocos y hasta las toallitas repelentes contra moscos. Actualmente sigo comprando y usando toallas húmedas, ya de las normales, son mi solución para todo.

Fui un fracaso con el fular. Amé traer cargando a mi bodoque en la mochilita, pero él decidió que no le gustaba. Si lo cargué diez veces en alguno de los aditamentos que existen fue mucho. El fular nada más no pude amarrármelo ni una sola vez, y eso que fui a una clase y todo. Soy fan de la carriola, tan es así que hasta hoy en aeropuertos y centros comerciales la sigo usando.

Además… Pedí anestesia en el parto, mi hijo tomó en mamila hasta los 4 años, le doy leche de vaca (orgánica, eso sí), usó chupón hasta los dos, colechamos mucho, fallé en la lactancia prolongada, a veces todavía usa “calzón de noche” (pull up): bendita sea la mamá que me dijo que hasta los 7 años en los hombres es normal y hasta “hay estudios”. Lo he amenazado con eso de “le voy a decir al policía”, no comió chocolate ni fresas hasta los dos años porque sigo creyendo que como son alérgenos son peligrosos, a veces le doy de comer en la boca, se duerme casi siempre viendo tele, me gusta comprarle regalitos que escondo en mi clóset para cuando la ocasión lo amerite, como ir a un restaurante de adultos o un premio por algo.

Cuando me lean, seguro más de una va a encontrar todo criticable. Pero también estoy segura que todaaaas tenemos nuestro “yo confieso”, lo que pasa es que a veces lo ocultamos hasta con nuestras amigas. Hacemos varias cosas que no van con lo establecido, pero por alguna “pena” extraña, no las contamos. Afortunadamente yo ya me siento en confianza con una que otra mamá de mí círculo y hacemos chistes. Es como ir al spa, poder decir cómo eres como mamá y reírte, en lugar de sentirte juzgada. ¿Qué va a decir fulanita que se siente miembro de Greenpeace si ve que mi hijo usa popote de plástico porque no logro que use los de cartón? Ya me van a preguntar las fans del método Estivil si sigue durmiendo en mi cuarto, aquí viene la cantaleta de los dientes podridos y chuecos por la mamila (por cierto, los tiene perfectos, nunca una caries) y todas esas cosas que escuchamos.

Pues sí, en casa nos retrasamos en un par de procesos y alargamos otros, pero oigan, mi chiquillo empezó a hablar fluido a los 2 años, tiene un vocabulario impresionante, su primera palabra fue “tallarín”, nos tardamos una semana en control de esfínteres (de día, obvio), escribe y lee. Con eso ya merezco algún lugar en el cuadro de honor, ¿no? y así borramos de mi historial lo que parezca fuera de lugar.

O mejor hay que sentirse en confianza, a gusto y confiar en la intuición. Es cierto que hay cosas que tienen que ser, pero la maternidad está llena de detalles, ritmos y obsesiones particulares. Dejémosla fluir, hay muchísimos temas por los que estar estresadas, para que además tengamos que cargar con el sentimiento de culpa porque tu niño preescolar toma mamila de noche.