Es innegable que las habilidades en matemáticas son útiles en la vida adulta. Sin embargo, la mayoría de los niños tienden a alejarse de éstas y la ciencia desde una edad temprana, ya que simplemente se sienten más atraídos por temas creativos.

Si como mamá nunca te gustaron los temas científicos, puede ser difícil transmitir este entusiasmo a tus hijos. Pero, ¿entonces como lograr que se interese por este tipo de temas?

El maestro, autor y consultor de educación Maya Thiagarajan ha revelado cómo podemos apoyar a nuestros hijos en el estudio de las matemáticas, aunque éstas no nos gusten:

“Primero, creo que los padres deben abstenerse de decirles a sus hijos cosas como ‘Nunca me gustaron las matemáticas’ o ‘No soy buena en esa materia’. Ellos absorben nuestras actitudes de todo tipo, por lo que necesitamos trabajar para compartir una actitud positiva con nuestros hijos”.

Thiagarajan dice que los padres deben tratar de crear lo que ella llama “hogares ricos en matemáticas” para sus hijos: “Creo que con los niños pequeños, es muy fácil crear una casa rica en matemáticas. Lo importante es ser conscientes de cómo integrar las matemáticas en las conversaciones y actividades cotidianas y hacer que sean parte de la vida”.

Thiagarajan cita a Singapur como ejemplo, donde muchas madres hablan a sus hijos sobre números, formas y patrones desde edad temprana, integrando así las matemáticas en su vida cotidiana y creando un hogar ricamente matemático.

“Ellos hacen juegos de este tema en el coche o cualquier lugar donde se pueda. Juegan a adivinar el número, resolver el enigma matemático, sumar los números en las placas lo más rápido posible, calcular la distancia recorrida. Les enseñan a sus hijos ajedrez y Tangram. Gastan dinero y tiempo en juegos de Lego, bloques de construcción, rompecabezas y juegos de mesa”.

“Cuando llevan a sus hijos al supermercado, hablan de matemáticas. Hacen ejemplos, como: si una manzana cuesta $1.00, ¿cuánto costarán seis manzanas? En el elevador, hablan matemáticas. Si estamos en el quinto piso ahora, ¿cuántos pisos faltan para llegar al 11? “, concluyó la autora.

Son simples cambios que podrían hacer una gran diferencia en la vida de tus hijos y quien sabe, tal vez después convertirlos en los próximos Albert Einstein o Pitágoras.