¡Feliz semana a todas! … Hace tiempo recuerdo haber escrito un blog en el que tocaba temas referentes a la paternidad y la importancia del apoyo de pareja o familia en la crianza de nuestros hijos. En el blog hablaba sobre esos momentos en los que las mamás queremos hacer todo solas y de las ocasiones en las que llegamos a invalidar las acciones de nuestra pareja o los juzgamos porque no hacen las cosas exactamente como nosotras. Mencionaba que esto hace que los alejemos poco a poco y después nos podemos llegar a sentir con una gran carga pues pensamos que “nadie nos ayuda”.

La semana pasada me comencé a preguntar, ¿cómo es que esto llega a pasar?, ¿por qué nos sentimos más ‘fregonas’ que ellos?, ¿por qué es que llegamos a invalidar sus acciones, sus formas y métodos para hacerse cargo de nuestros hijos?…

Mi esposo me ha dado lecciones maravillosas con las que he aprendido a no fastidiarlo con el tema. He aprendido a dejarlo ser papá, he comprendido que él tiene sus formas de educar y cuidar a Lisa, y sobre todo, ahora sé que no son mejores, ni peores a mis métodos. Aquí les platico 2 anécdotas.

Recuerdo que recién nació Lisa, mi esposo la estaba bañando de una forma que a MÍ (y lo pongo en mayúsculas porque insisto, no todo lo que las mamás hacemos debe de ser la ley. Somos seres humanos diferentes y tanto mamá como papá tienen métodos y estilos diferentes) no me pareció. Entonces comencé a decirle que “así no” y demás, Naza me contestó con una serenidad que me dejó helada: “¿Lo vas a hacer tú o yo?”… Me mordí la lengua y me fui del baño. En efecto, él la bañó, la cambió y yo lo dejé ser.

Hace poco Lisa estaba jugando con él mientras mi esposo veía un poco de televisión, cansado después de regresar de un viaje de trabajo. Yo estaba con mis hormonas revolucionadas por el segundo embarazo y le dije: “Lisa requiere que su papá esté al 100 y no vea la televisión” (una exageración mía justificada porque ese día andaba muy emotiva y hormonal). Naza con una sonrisa me contestó: “Esposa, yo sé cómo comparto el tiempo con nuestra hija, no te preocupes”.

Los dos momentos anteriores han sido grandes lecciones, no solo porque Naza tenía la razón al 100% – él tiene la misma responsabilidad y compromiso que yo tengo para educar y cuidar a nuestra hija (a nuestro propio estilo) – sino también por la manera en la que me expresó su punto de vista, puesto que con toda la serenidad del mundo me dejó claro que no se debe discutir o pelear respecto a estos temas.

Este fin de semana, Azteca me invitó a ser parte del Carnaval de Mazatlán, la verdad dudé mucho en ir porque los fines de semana son sagrados para mí, sobre todo porque mi esposo está trabajando mucho en el extranjero y queremos aprovechar al máximo el tiempo que tenemos juntos. Sin embargo, también me puse a pensar que a Laura le encanta vivir experiencias nuevas y que Lisa y Naza no habían tenido tiempo solos porque yo siempre estaba ahí. Y Lisa en esta edad generalmente prefiere estar con su mamá, así que pensé que al irme, ellos podrían aprovechar este tiempo juntos…

Platicando con Naza me dijo, ve disfruta tu trabajo y yo me encargo. Me fui con los ojos cerrados, sabía que Naza no iba a hacer las cosas exactamente como yo las hago porque SOMOS DIFERENTES, pero que lo iba a hacer con todo su amor.

No la peinó, le puso lo primero que vio e incluso creo que la trajo en pijama, pero Lisa estuvo mega feliz con su papá. Ellos solitos disfrutando. Y repito, no es que yo haga las cosas bien y él mal o viceversa. Cada persona en este mundo tiene una forma diferente de hacer las cosas.

Es muy importante que dejemos a nuestros esposos educar y convivir con nuestros hijos a su manera, sin criticarlos, sin decirles cómo tienen que hacer las cosas. Debemos de ‘mordernos’ la lengua y aguantarnos las ganas de decir: “Qué se duerma a esta hora, qué se ponga esto, qué no coma esto, qué no haga esto”. Respetemos y entendamos que no nos corresponde dictar nada de esto.

¡Qué increíble es hacer equipo! Y reflexionemos… si no se hace equipo, quizá es porque en ocasiones nosotras los juzgamos y alejamos. Obvio que pueden existir muchos factores y depende de las circunstancias de cada pareja, pero es bueno hacer una pausa y reflexionar sobre estos temas.

Dejemos atrás estas ideas de que las mujeres deben de estar con los hijos y los hombres en el trabajo. Nuestros hijos requieren de tiempo con los dos. (Al ser mamás solteras o en caso de divorcio, entiendo perfectamente la situación… hay veces que por más que se quiera que el hombre conviva con sus hijos, es difícil, puede que no haya interés o existan problemas mucho más complicados, sin embargo, hagamos lo que podamos por compartir la responsabilidad y no cargar con todo solas).

El fin pasado, tuve 2 días maravillosos junto a mi equipo, gocé mucho mi trabajo y el amor de la gente en Mazatlán. Disfruté mucho leer un libro y quedarme en la cama hasta las 12:00 esperando mi llamado para trabajar, pero sobre todo aprendí a valorar más a mi esposo, porque es un gran padre y pareja.

Todos los días hay grandes lecciones por aprender, queda en nosotros el decidir si las vemos o no.

PD 1. ¿Qué tanto permites que el padre de tus hijos ejerza su paternidad?

PD 2. Ya tengo 18 semanas con Lucio, el tiempo está volando. En el próximo blog les platicaré un poco de cómo me va con los dos.

PD 3. Hagamos equipo, no critiquemos a nuestra pareja. Los hombres son muy prácticos y buscan solucionar las cosas sin darle muchas vueltas al asunto: “Sí o no, blanco o azul”, si se las complicas, comienzan a abandonar esa tarea para no estorbar.