La lactancia materna puede ser un desafío cuando eres un madre que amamanta. Al parecer, tu recién nacido siempre se está alimentando y sientes que no puedes mantener el ritmo. Comienzas a preguntarte si produces suficiente leche, lo que a su vez puede hacerte sentir mal como mamá. Pero, la verdad es que hay una buena razón por la que tu pequeño amamanta constantemente, particularmente en los primeros días. Por eso los consultores de lactancia quieren que hospitales ayuden a que las nuevas mamás que amamantan estén cómodas.

Los bebés tienden a alimentarse con mucha frecuencia en la primera semana, porque tienen estómagos pequeños al nacer, que rápido aumentan de tamaño a medida que pasan los días y algunos hospitales no le dicen a los nuevos padres sobre el efecto del tamaño del estómago de un recién nacido en sus hábitos de lactancia y muchas madres que amamantan sienten que fallan.

Para ilustrar este punto, la organización de cuidado incluyó una foto donde se coloca una botella de 2 onzas de fórmula (60 ml) junto a un pequeño cordón rosa. Ese pequeña cordón rosa, explicó Heart & Bloom, representa el tamaño del estómago de un recién nacido. La organización continuó:

“¡Esta imagen es una visual tan poderosa para las nuevas mamás que les ayuda a ver por qué sus bebés amamantan tanto! No es porque no produce suficiente leche o porque su bebé no está satisfecho. ¡Es porque su barriguita es tan pequeña y necesita frecuentes tomas de ese increíble calostro neonatal!”

El primer día después del nacimiento, el estómago de un bebé es del tamaño de una cereza o alrededor de 5 a 7 mililitros, según La Leche League Canada. Para el día tres, su panza crece hasta el tamaño de una pelota de ping pong o nuez, de unos 22 a 27 mililitros. Al final del primer mes después del nacimiento, un estómago de recién nacido puede contener de 80 a 150 mililitros, o el equivalente a un huevo de gallina grande, de acuerdo con la Liga de La Leche.

En otras palabras: Tener una barriguita pequeña significa tener que comer con más frecuencia. La mayoría de los recién nacidos, en promedio, comen cada dos o tres horas durante todo el día dentro de las primeras semanas, según la Clínica Mayo. Tu bebé puede continuar alimentándose después de agotar el primer seno, lo que puede tomar hasta 20 minutos, o puede estar lleno y satisfecho hasta la próxima alimentación.

Sin embargo, no es solo el tamaño del estómago de un bebé el que afecta la frecuencia con que debes amamantar. Un recién nacido también necesita una buena dosis de calostro, que son las primeras gotas de leche que produce inmediatamente después de dar a luz. El calostro está lleno de nutrientes, como proteínas, carbohidratos y anticuerpos, que los protege contra las infecciones, según la Academia Estadounidense de Pediatría. También aumenta su crecimiento y prepara su estómago para la leche materna. Es por eso que a menudo se lo conoce como “oro líquido”.

Alimentar a un recién nacido puede ser increíblemente estresante a veces, sin importar si amamantas o usas fórmula. Es por eso que es tan importante que el personal del hospital informe a los nuevos padres sobre todo lo que necesitan saber sobre la alimentación del bebé, y los ayude durante ese período complicado.