Los niños pequeños no son conocidos por tener el mejor autocontrol. Si el tuyo es particularmente malo, por ejemplo, esperando para comer dulces, puedes tener la impresión de que estás condenada a una vida de control deficiente de los impulsos, pero una nueva investigación sugiere que el “Examen del malvavisco” no predice el éxito futuro de los niños, según Business Insider.

Ya puedes estar familiarizada con esta prueba, pero aquí hay un breve repaso: en 1970, los investigadores de Stanford realizaron un experimento en más de 600 preescolares. Los niños recibieron un malvavisco (u otras golosinas), y se les pidió que esperaran 15 o 20 minutos para comerlo. Si tenían éxito, obtendrían dos premios, en lugar de uno.

El objetivo del experimento original era determinar cómo las diferentes variables afectaban la capacidad de espera de los niños, como pedirles que pensaran en “cosas divertidas” como distracción o que dejaran de ver el malvavisco. Los resultados, que fueron publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, fueron bastante predecibles. Pero años más tarde, el autor principal, Walter Mischel, recopiló datos adicionales de los participantes originales y publicó otro documento que afirmaba que aquellos niños que podían retrasar la gratificación por períodos más largos crecían para ser más inteligentes, saludables y emocionalmente más estables que los otros.

Pero esto podría ser un gran error. El estudio original señala que los participantes eran todos estudiantes en un preescolar en el campus de Stanford, lo que significa que el grupo estaba limitado a hijos de profesores y estudiantes de posgrado. En un nuevo estudio publicado por la Asociación de Ciencias Psicológicas, la Universidad de Nueva York y la Universidad de California, los investigadores de Irvine replicaron la prueba en un grupo más diverso desde el punto de vista racial y socioeconómico de más de 900 niños de todo el país. Los autores también permitieron a niños elegir entre mayor variedad de golosinas, lo que seguro marcó una gran diferencia.

El nuevo estudio encontró que mientras que los niños que esperaron más tiempo para su tratamiento tuvieron un rendimiento ligeramente mejor en matemáticas y lectura a los 15 años, “la correlación fue solo la mitad del tamaño de los informados en los estudios originales y se redujo en dos tercios en presencia de controles para el entorno familiar, la capacidad cognitiva temprana y el entorno familiar”.

De hecho, al controlar las diferencias en las habilidades cognitivas, el entorno hogareño y el estado socioeconómico de los participantes, los investigadores descubrieron que su capacidad para esperar más tiempo por un tratamiento era estadísticamente insignificante. “Solo centrándose estrechamente en esta habilidad, sin tener en cuenta los elementos más amplios de la vida de un niño, probablemente no hará una gran diferencia en el futuro, sobre la base de nuestros resultados”, dijo el autor principal del estudio Tyler Watts a Business Insider.

En resumen: si tu hijo no puede esperar el postre, probablemente solo significa que es un niño, no alguien que no tendrá un mejor futuro.