Dicen que los niños olvidan todo lo que les pasó antes de los 3 años de edad. ¿Puede tu hijo recordar algo antes de los 3 años o debes dedicarte a sacar muchas fotos para la memoria?

De acuerdo con la psicóloga educativa y de desarrollo, la Dra. Oksana Hagerty de Beacon College en Leesburg, depende del tipo de memoria que se trate. Recordar gente y caras, por ejemplo, pasa temprano. Hagerty dice: “La mayoría de los investigadores coinciden en que a la edad de 2 meses, los bebés pueden discriminar entre otras personas e incluso entre sus estados de ánimo. Así que recuerdan a la persona. El recuerdo de su propia cara viene después de la edad de 1”.

A la edad de 2 años, surge el recuerdo de las palabras, como lo demuestra la explosión del lenguaje infantil cuando los niños aprenden hasta 40 palabras por semana. Más o menos al mismo tiempo, explica Hagerty, su capacidad visual-espacial también aumenta. Por ejemplo, pueden recordar su camino entre varios lugares.

La memoria de un niño se muestra de una manera impresionante, pero con resultados desafortunados, alrededor de los 4 años con la llegada de la capacidad de mentir. “Tan malo como es, desde un punto de vista psicológico es un gran logro”, explica Hagerty. “Esto es cuando los niños pueden ejercitar memoria avanzada de lo que otras personas pueden o no pueden saber”.

Todas estas son formas importantes de memoria, pero ¿a qué edad los niños pueden recordar eventos aislados? Según Popular Science, hay un fenómeno misterioso comúnmente conocido como “amnesia infantil”, en el que los niños recuerdan recuerdos de la primera infancia durante un tiempo y finalmente los pierden alrededor de los 7 años.

¿Por qué los recuerdos retenidos se pierden más adelante? Los investigadores canadienses sugieren que es debido a todas las nuevas células cultivadas en el hipocampo durante la infancia. El proceso se conoce como neurogénesis, y la explicación es simplemente que con todo el nuevo crecimiento celular, nuestros cerebros simplemente no almacenan recuerdos que de otro modo serían a largo plazo.

La buena noticia es que nosotros, como padres, podemos afectar la forma en que nuestros hijos recordarán los eventos específicos, sugieren los investigadores señalados por Popular Science. Hacer preguntas importantes para que el niño procese su experiencia con más detalle y con sus propias descripciones ha demostrado que ayuda a los niños a conservar recuerdos anteriores.

Por ejemplo, si tu hijo ya tiene 2 años y posee habilidades verbales adecuadas, puedes hacerle preguntas sobre, por ejemplo, unas vacaciones de la familia en la playa mientras está sucediendo e inmediatamente después puedes ayudar a solidificar esos recuerdos a largo plazo. Preguntas como “¿Qué pasó?” y “¿Qué viste?” puede parecer simple e incluso innecesario, pero la ciencia indica que tal vez no sean tan insignificantes para el cerebro en desarrollo de un niño como creemos.