… O hay quienes prefieren “This is Halloween”, y también quienes no conmemoran ninguna de las dos. Pero para los que sí nos gusta y podemos participar en todo el argüende alrededor de estas fiestas, es tiempo de disfrutar y de verdad no necesitamos ni invertir muchísimo ni pensar en cosas grandes. Lo bueno es que existe Pinterest y los grupos de mamás en redes sociales y en la vida real para echarnos una manita.

Debo decir que esta mamá no acostumbraba a festejar o explotar Halloween. Alguna que otra vez una fiesta, y en mi casa familiar no hacíamos tampoco mucho del día de muertos. Pero cuando me salí para vivir la dichosa etapa independiente, comencé a poner ofrenda cada año para recordar a los míos. La tradición de los altares, combinada con colores, olores, dulces, adornos, calaveras y catrinas me parece mágica y mística. Y aunque se diga en todos lados, el día de muertos es una de las tradiciones mexicanas más fregonas.

He tenido oportunidad de ir a lugares como Míxquic a vivir un 2 de noviembre, de visitar la tradicional feria del alfeñique en Toluca y asistir en Coyoacán a los tradicionales festejos de esta época. Me encanta. Por supuesto, desde que llegó el chamaco a mi vida me gusta más y poco a poco lo vamos incorporando a estas festividades, y no le cuesta ningún trabajo disfrutarlo. Ahora él insiste en que decoremos la casa de Halloween y hay algunos murciélagos, arañas y monstruos en puertas y paredes. No en la misma cantidad que en Navidad, pero está creciendo nuestra sección de adornos guardados para octubre-noviembre.

Aún no podemos poner en casa una ofrenda en forma, porque el muy listillo de cinco años ya advirtió que puede que se le antoje jugar con una que otra cosa del altar, comerse algo o de plano deshacerla y armarla según la inspiración del momento. Sí, ya sé que debe aprender a respetar, contenerse y autocontrol, pero tampoco se trata de darnos un motivo nuevo de estrés y posible fricción, así que no queremos darle tentaciones.

Lo dejé “crear” y solito improvisó un mini lugar con velas (de luz led), fotos de nuestros muy queridos y calaveras de azúcar, chocolate y una linda maceta con flores Tagetes erecta (soy muy fan del nombre oficial de la de cempasúchil).  Es un homenaje pequeño pero cumple el objetivo. Este es un ejemplo de que cada quién, con su estilo y costumbres, puede armar su festejo de temporada. No necesitamos montar una ofrenda monumental (que son maravillosas) sino compartir el momento con los chiquillos y de paso recordar a quienes ya se fueron. Ya les prometí a mi papá, mis abuelos y mi cuñado que el próximo año sí les hago la ofrenda que merecen.  

Por otro lado tenemos los festejos “jalowinescos” escolares y de los cuates. Empezamos adelantaditos y el 15 de octubre tuvimos nuestra primera pachanga. No saben qué aplicadas las mamás de los chamaquitos. Las fotos de arriba son de nuestra monstruosa comida. Y fue un convivio familiar, así que aunque es una celebración que “le copiamos” a los vecinos, es el pretexto perfecto para reunirse.

En casa hay al menos dos disfraces, el que lleva a la escuela y el de las fiestecitas. Obvio como mamá pulpo que soy me desvivo por encontrar las cosas para completar el atuendo. Porque no crean que siempre usamos un disfraz ya hecho. A veces lo vamos armando con cosas de aquí y de por allá. Soy muy mala para la manualidad, pero pedimos ayuda o buscamos opciones.

Este año el disfraz principal es de Jack Sparrow y aunque tuve que buscar en los confines de la tierra (exageré un poco) conseguí las cosas para armar el look ideal. El otro personaje de este año es el mismísimo Harry Potter, y aquí necesito presumir que encontramos una capa divina, que hace una mamá emprendedora y muy luchona, a un precio muy justo. Yo no coincido con la opinión de que los disfraces tienen que ser de terror y sangre. Para mí tiene que ser el que más le guste y acomode al chiquillo y es un plus si no escoge algo que dé miedo, sino con el que se divierta.

Así que, ¡estamos listos!