El embarazo trae consigo varios beneficios: una piel casi sin imperfecciones, el pelo brillante, la ausencia del periodo menstrual y… desafortunadamente: los gases. Es de los aspectos que menos nos gusta hablar del embarazo, pero su existencia es real. Entonces, ¿por qué las mujeres son más gaseosas durante el embarazo? Los cambios hormonales y tu cuerpo cambiante hacen que los eructos y los flatulencias sean inevitables.

Lo bueno es que puedes culpar de este exceso de gas a las hormonas. El embarazo aumenta la producción de la progesterona, que provoca que los músculos se relajen, según la American Pregnancy Association (APA). Esto hace que los músculos del tracto digestivo se relajen y permitan que el gas se acumule en tu sistema. Toda la acumulación de gas desafortunadamente, aumenta tu producción de eructos y flatulencias. ¡Ah! Y en las últimas etapas del embarazo, tu útero en crecimiento ralentiza la digestión y te hace producir aún más gas. Básicamente, el gas extra es parte de tu vida hasta que llegue el bebé.

Además de convertirse en fábricas de gas humano, las mujeres embarazadas pueden encontrar más difícil controlar sus funciones corporales. El control laxo del músculo del embarazo hace que los accidentes gaseosos sean bastante comunes.

Pero, ¿hay algo que puedas hacer para detener estos ataques de gas? Realmente no. Prevenir el gas durante el embarazo es bastante inútil, según la APA. Hay, sin embargo, algunos pasos que puedes tomar para disminuir sus efectos. Hacer ejercicio regularmente, comer comidas más pequeñas con más frecuencia y evitar los alimentos que causan gas puede ayudar a resolver tu digestión.

Los alimentos que causan gases comúnmente incluyen lácteos, edulcorantes artificiales y vegetales crucíferos como la col rizada y el brócoli. Por otro lado, alimentos como huevos, pescado y frutas no son tan propensos a causar gas, según la Fundación Internacional de Trastornos Gastrointestinales Funcionales. Experimentar con lo que comes y apegarse a estos alimentos seguros, es una opción. O puedes aceptar el exceso de gas como parte normal del embarazo y dejar la pena y el remordimiento por un rato. Total, se acabará.