Fue una verdadera gozadera la vacación. Al menos para el niño de cinco que vive en mi casa. En la ciudad visitamos parques, museos, cine, conocimos lugares nuevos, nos reunimos con muchos amigos, nadamos, comimos helados y pizza en exceso y rematamos con un viaje a la playa que resultó prácticamente perfecto. Es verdad que como mamá te vas profesionalizando, hasta que un día la vacación con niños se vuelve una maravilla y te sientes una experta, aunque sigue siendo agotadora. Hasta te das tiempo de darle apoyo a la mamá de al lado que está viviendo-sufriendo las vacaciones con su bebé de un año.

Pero cuando ésta madre volvió a sus obligaciones cotidianas, a las que de verdad regresó con mucho entusiasmo, todo se puso de cabeza. Empezamos con la compra de útiles preescolares. En mi vida había escuchado del “fomi diamantado” y ¡para que piden una aguja de caneva!, sí cuesta un peso, pero no sé ni dónde mandarla para que no se pierda en la caja de material que tengo que llevar al cole. ¡Una caja para que quepa todo, incluidos los 10 pritts!.

Disfruto muchísimo visitar varias tiendas para completar la lista, y claro, hasta acabó comprándome alguna pluma innecesaria o unos sobres de colores divinos. Pero cuando  te topas con especificaciones de crayolas triangulares jumbo, de colores no se qué, de una marca en particular, empieza el estrés, sobre todo cuando la señorita ayudanta te dice “esas no las manejamos” o la otra respuesta que no te gusta “está agotado, pero nos llega la próxima semana” y se acaba la ilusión de la compra de útiles para darle paso a la carrera contra el tiempo.

Entonces, otra noticia. Te avisan que los uniformes los entregan un viernes antes del regreso a clases. Para llorar. ¿Y si no le queda? Y no es sólo que tengas que cambiarlos por una talla más o menos, ¿si le tienes que meter al dobladillo? ¿ajustar la cintura? y si ¿querías bordar el nombre?. ¿En serio? ¿Un viernes antes? hace que cualquier  madre pierda la cordura.

Para calmar a las mamás casi en pie de lucha por este tema la escuela “tranquiliza” y establece que la primera semana pueden venir vestidos como quieran. Y ¡creen que con eso reconfortan!, pero no. La cereza del pastel… la junta informativa,  por aquello de las miles de dudas que tenemos las nuevas, dos días antes de entrar a la escuela. Obvio ya apunté mis preguntas, para que no se me olvide a la mera hora alguna de esas cosas que me inquietan, como a cualquier madre que está a días de volver a la normalidad.

Para rematar comenzamos con el ejercicio de volver a dormir temprano al crío. Marcador: Niño-5  Mamá -1. Claro, en vacaciones “se desvela”, duerme a deshoras y estamos tratando de regresarlo a sus horarios habituales de sueño, con poco éxito. Hace poco visitamos al doc y nos recalcó la importancia de que los chiquillos duerman 9 horas, porque si no hay efectos reales en la salud y bla, bla, ya saben que yo sí me tomo en serio esas recomendaciones. Y como mi hijo es fan de levantarse antes de que salga el sol, pues se va a la cama temprano. Pero la flexibilidad de las vacaciones le permite estar retozando hasta las 10 de la noche y regresarlo al horario habitual está costando trabajito. Y sólo tenemos unos días para restablecer el reloj de los hábitos.

Eso sí, las etiquetas adheribles de vinil que no se despegan con nada, la mochila, lonchera, tenis y zapatos, calcetines de colores correspondientes, están listisimos desde hace semanas.  Para que vean que no todo es corredera de última hora.   

En conclusión, está bien romper la rutina, salirnos del esquema en vacaciones, y relajarse, pero a pagar la factura porque después será un poquito difícil volver al camino del bien. Seguro que para el primer puente del año escolar, el del  2 de noviembre, ya estaremos muy encarriladitos.     

Que sea una feliz vuelta a clases para todos, sobre todo para quienes estrenan escuela.