Una encuesta hecha a 2 mil padres con niños de entre 4 y 16 años, muestra que a pesar de pasar más de 8 horas al día juntos, las familias charlan menos del 10% de ese tiempo.

Las conversaciones entre las mamás, los papás y sus hijos duran en promedio, sólo 9 minutos antes de que sea hora de ir a la escuela; otros 14 minutos de charla tienen lugar después de la escuela; 11 minutos en el momento de la cena y el diálogo se abre de nuevo a la hora de acostarse por otros 10 minutos.

De hecho, 9 de cada 10 mamás y papás desean pasar más tiempo con su hijos de lo que lo hacen actualmente y el 87% quisiera tener la oportunidad de tener conversaciones más significativas de forma regular.

Uno de los investigadores de la encuesta, Louis Redford, profesor en Inglaterra dijo: “Llevamos vidas ocupadas, pero es importante encontrar el tiempo para charlar con nuestros hijos sobre cosas cotidianas. No hay mayor placer que escuchar acerca de un nuevo amigo que han hecho, una habilidad que han dominado o algo gracioso que sucedió en la escuela. Hemos llevado a cabo esta investigación para animar a los padres a tomar dos minutos extra cada día para sentarse con sus hijos y charlar sobre todas las cosas que hacen que no siempre escuchamos”.

La investigación también encontró que los padres que están en casa con los niños después de la escuela admiten que luchan para platicar “bien” con ellos, con respuestas comunes a las preguntas como “No me acuerdo” y “No sé”.

Mientras que las preguntas más comunes que hacen los padres son: “¿Qué comiste hoy?”, “¿Qué aprendiste hoy?”, y “¿Con quién jugaste en el recreo?” Cuando lo mejor que podrían preguntar para tener una mejor comunicación con sus hijos son cosas como; “¿Qué fue lo más gracioso que te pasó hoy?”, “¿Qué juegos jugaste en tu descanso?” y “¿Qué es lo mejor que hiciste hoy?”

Los investigadores encontraron que durante la tarde, es cuando los niños quieren abrirse y charlar, con el 55% conversando para retrasar su hora de acostarse. Y en este punto, 8 de cada 10 padres admiten que se sienten culpables por enviar a sus hijos a la cama justo cuando comienzan a platicarles las cosas.

Los padres afirman que si tuvieran más tiempo para hablar con sus hijos, querrían averiguar lo felices que están y cómo se sienten.”La vida familiar es frenética y los niños a menudo no quieren hablar, tenemos que crear más tiempo para compartir historias y averiguar sobre la forma en que nuestros hijos ven el mundo, esto será un pequeña y encantadora victoria para todos”, finalizó el experto Redford.