Cuando los hijos cumplen dos años, no sólo comienzan la transición de bebé a niños, sino que pasan por un estado que para las mamás se vuelve un reto, por lo difícil que se hace lidiar con ellos.

En Estados Unidos lo llamaron The terrible twos, porque literal, parece que nuestros hijos se vuelven terribles seres de los dos a los tres años. Lo cierto es que en esta edad llegan muchos cambios, pero como aún los bebés no saben cómo expresarse ante estos, recurren a los pucheros constantes.

Más independientes, pero más enojones

La mayoría de los berrinches ocurren porque el pequeño piensa que ya puede realizar las cosas solo, pero al no lograrlas o sentir que mamá o papá no le permiten hacer lo que él quiere, es cuando llega la frustración. Nosotros como adultos ya sabemos controlar estos momentos, pero ellos que apenas comienzan a descubrir el mundo, sólo logran expresarlo a través de manifestaciones físicas.

En sí estos berrinches se acabarán por completo hasta que cumpla los cuatro años, pero es de los dos a los tres cuando son más intensos. De acuerdo al Doctor Jeremy Friedman, especialista en el tema, lo más importante es conservar la calma, lo cual se puede lograr con los siguientes pasos:

  1. Controla tus emociones. A veces sucede que durante el berrinche, nos ponemos nerviosos o nos enojamos también. No te rías, no te molestes, no grites. Lo mejor es que respires profundo, evites contacto visual con tu hijo y lo ignores. Una vez que acabe el puchero, ahora sí acércate a él y habla sobre lo sucedido.
  2. Prepárate cuando salgas. Una cosa es que el berrinche sea en casa, pero si es en público toma en cuenta que puede suceder en cualquier momento. Si por ejemplo, estás en un restaurante, ponte cerca de la entrada o salida, incluso de algún baño, para que en cuanto suceda, puedes llevarte a tu hijo a esa parte y no incomodar a las demás personas o sentir que vives un rato vergonzoso.
  3. Más vale prevenir. Muchos de los pucheros tienen razones muy básicas. Hambre, cansancio, aburrimiento o sentirse abrumado. Siempre carga un snack, fíjate cuando ya hizo mucha actividad o evita tenerlo en lugares concurridos por largos periodos de tiempo.
  4. Dale disciplina, pero también comprensión. Justo ahora que comienza su independencia, apóyalo en la toma de decisiones, pero siempre con control. Por ejemplo, si tienes una hija enséñale distintos vestidos y deja que ella escoja cuál usar, pero aclárale que si hace frío, deberá ponerse un suéter.

Así que no te asustes, esta es sólo una etapa y pasará igual que todas. Lo importante siempre será la comunicación entre tú y tu hijo para que al final el proceso sea más llevadero.