Creemos que la gente no cambia, pero cuando eres mamá te transformas. Tú, la forma en que ves el mundo, tu manera de vivir y aunque suene a balada de los 80, tu forma de amar.

Solía ser fanática de series como Criminal Minds y CSI en todas sus versiones. Una vez cometí la imprudencia de ver uno de mis capítulos de series de psicópatas mientras cargaba a mi bebé de un mes de nacido. Ahora sé que en cierta forma exponerlo a ese contenido, aunque “no se de cuenta”, tiene algún efecto y ese chip que estrenas cuando tienes un hijo me hizo sentir muy mal por mi ocurrencia. No volví a hacerlo. Pero además, desde que él llegó, ya no aguanto igual los capítulos sangrientos. Sufro y me resultan casi intolerables los que tienen que ver con niños. Cambié.

Cambias porque te vuelves más responsable. Cada cosa que ve, escucha, por la que se interesa, la investigas, la prohíbes o la apruebas. No puedes dejar que ande por ahí descubriendo el mundo solo, con tantas cosas a las que están expuestos y que en algunos casos representan un peligro. Estás a cargo de todas las cosas que entran a su sistema y ahora entiendes a la perfección lo que significa el término “a largo plazo”. Lo que haces y permites en este momento como mamá tendrá consecuencias en su futuro y en el adulto en que se convertirá. Tremenda responsabilidad. Claro, con el tiempo eliges en qué cosas puedes relajarte. No es que absolutamente todo marque su vida.

Y cambias porque nunca habías experimentado un amor igual, porque conoces el significado de la palabra incondicional, te vuelves más emotiva y te aterra pensar que algo malo pudiera ocurrirle o lastimarlo. Es un inmenso y nuevo sentimiento.

Y cambian muchas otras cosas. ¿No te gustaba meterte a las albercas?, pues ellos lo aman, así que no hay de otra. ¿Odiabas jugar en la arena porque te choca la sensación?, pues hay que hacer castillos. ¿Odias el café frío?, aprendes a agarrarle el gusto. ¿Te desesperan las canciones infantiles y no sabes quién es la gallina pintadita o los cantajuegos?, ¿ensuciarte? ¿jugar a los carritos?, ¿las luchas?, ¿las espadas?, ¿te encantaba dormir los domingos hasta tarde?, ¿renegabas de los niños que hablan en el cine?,  ¿un día era suficiente para ver una serie en Netflix?.

No comprendo ese dicho de que los niños deben adaptarse al mundo de los adultos. La verdad es que llegan a ver de qué se trata y no tienen los recursos para “adaptarse” a la vida, así que hay que modificar las dinámicas para ellos y  eso depende completamente de los papás. Al final somos nosotros los que aprendemos a ver la vida desde otra perspectiva. Cambiamos por ellos y creo que en la mayoría de los casos, porque claro que hay sus excepciones, nos vuelven mejores personas.